Contemplo la obra del artista extremeño Diego Simancas como aquélla en la que fantasía y espacio se concitan para desenmascarar la función pertinaz del tiempo.
Y es gracias a que una figuración, entre lo artificioso y lo sensual, genera una visión aparentemente polivalente pero que guarda una lógica unitaria: música, baile, placer, juego y más en una base fragmentada anunciadora de un vacío negro que puede tragarse todo ese escenario, quizás por considerarlo frívolo cuando es sólo lúdico. Señal de que lo pictórico abre sus propias dudas e interrogantes.
Por eso, esos seres de colores suaves y fríos enlazan con las caricaturas que no son vivencias del tiempo sino de la búsqueda de otra existencia donde lo irreal sea real.
Y además ese dibujo dinámico encuentra en lo geométrico la senda por la que desfilan las formas que hacen de la curva la presencia de un ballet plástico que se recrea amable y secretamente en nuestra mirada.
Gregorio Vigil-Escalera Alonso (Goyo)
Crítico de Arte
Madrid, 3 de febrero de 2009
Confieso que es la primera vez que visito una galería virtual....
A pesar de las limitaciones del medio, la potencia plástica y originalidad del artista llegan al espectador. Incluso al profano, como es mi caso.
Había visto fugazmente algo de Diego en una apresurada visita a su estudio. Ahora he tenido la ocasión de recrearme en algunos de sus óleos.
Soy persona que siente más la música que la pintura (ningún cuadro me ha hecho todavía llorar...); pero en esta serie se nota cómo Diego siente también la música, en su personalísima y
distorsionada visión de los instrumentos y en la sensualidad, colorido y fantasía de los intérpretes.
En definitiva: una gratísima sorpresa. Esta serie de Diego Simancas invita al espectador musicalmente culto a ponerle sonido a sus formas, recorriendo tal vez el camino inverso del artista, que
puso forma a los sonidos.
Luis Alfonso Limpo Piriz
Cronista Oficial y Archivero-Bibliotecario de Olivenza.
Académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras.
Aquelarre.......
Suspendido en su platea
abrazado a lo irreal,
un arlequín pavonea
su aquelarre existencial…
Cual Danubio torrencial!
Un pincel apasionado
sobre el lienzo idolatrado
compuso su nuevo Vals...
Y con luz fantasmagórica
descompuso en trazos finos
al danzante y su esperpento...
En su fase más platónica
afanó nuevos caminos...
Y al búho, sorprendió atento!...
Amigo, Crítico taurino, Poeta y Pintor aficionado.